ARTICULOS DE INTERES SOBRE EL TEMA
LA INTELIGENCIA DE LOS PERROS
Clasificación de las razas
según su
inteligencia funcional
y obediencia
Interpretación de la clasificación:
De 1 a 10:
Las 10 razas con la inteligencia funcional y de obediencia más alta. Menos de cinco ejercicios para entender ordenes nuevas. Capacidad de recordar sin necesidad de practicar las pruebas repetidamente. Responden a la primera orden el 95 % de las veces como mínimo. Tienen una rápida respuesta aunque sea a una cierta distancia. Aprenden correctamente siendo adiestrados por entrenadores relativamente inexpertos.
De 11 a 26:
Perros de trabajo excelentes. Aprendizaje de ordenes sencillas entre 5 y 15 repeticiones del ejercicio. Recuerdan con facilidad pero mejoran con la práctica. Responden a la primera orden sobre el 85 % de las veces. Para ordenes más complejas necesitan más tiempo. Posiblemente a una cierta distancia del dueño tarden un poco en responder. Prácticamente todos los entrenadores podrán obtener buenos resultados de ellos.
De 27 a 39:
Perros de trabajo con un nivel superior a la media. Necesitan entre 15 y 30 repeticiones para aprender un ejercicio. Practicas adicionales del ejercicio en las primeras fases del aprendizaje lo mejoraran. Una vez aprendida una orden normalmente la retienen. Suelen responder a la primera un 70 % de las veces o más. El comportamiento es parecido a los perros del grupo anterior pero con una cierta inseguridad y demora en la respuesta. Si el dueño está muy lejos, el perro no reaccionará a la orden. Un adiestramiento inconsecuente, de baja calidad o con demasiada severidad e impaciencia no logrará buenos resultados.
De 40 a 54:
Corresponde a la puntuación media de inteligencia funcional y obediencia. Necesitan de 25 a 40 repeticiones para comprender bien un ejercicio. Las practicas adicionales les ayudarán en la fase inicial del aprendizaje. Si no repiten los ejercicios con frecuencia recordarán las ordenes con dificultad. Responden a la primera un 50 % de las veces y la efectividad depende mucho de las horas de práctica y repetición de los ejercicios. La rapidez de respuesta es más lenta. A mayor distancia la respuesta del perro será menos consistente y predecible. Necesitan de un adiestrador experto con mucha paciencia.
De 55 a 69:
Nivel mínimo de inteligencia funcional. Necesitan de 40 a 80 repeticiones para obtener un rendimiento aceptable (A veces, hasta unas 25 repeticiones no muestran signos de comprensión). Necesitan muchas repeticiones para mantener un nivel aceptable. Responderán a la primera orden un 30 % de las veces. Trabajan mejor si el dueño está cerca de ellos. Estos perros parecen distraídos la mayor parte del tiempo y solo responden cuando les apetece. Si la distancia entre el perro y el dueño es grande no habrá respuesta. No son razas convenientes para dueños primerizos. Un entrenador con mucha experiencia, tiempo, firmeza y cariño puede lograr un buen rendimiento de ellos.
De 70 a 79:
Son las razas con inteligencia funcional y obediencia más bajo. En el aprendizaje inicial necesitan unas 30 o 40 repeticiones para mostrar síntomas de entendimiento a la orden. Es frecuente que sean necesarias unas 100 repeticiones de un ejercicio antes de dar un resultado fiable. Su respuesta es lenta y desigual. Finalizado el aprendizaje se han de hacer repeticiones frecuentes si no los resultados serán imperceptibles como si jamás hubieran aprendido ningún ejercicio. Algunos califican a estas razas como "imposibles de adiestrar". La reacción a la primera orden es de menos del 25 % de las veces. A veces dan la espalda a sus dueños, ignorando sus ordenes o desafiando su autoridad. La respuesta a las ordenes suele ser insegura y lenta, a veces a disgusto. Pueden frustrar a más de un adiestrador medianamente experimentado y hacer dudar de sus aptitudes a uno de los más especializados.
Es importante destacar que existe una relación muy fuerte entre el dueño el resultado y la actuación final del perro.
ADIESTRAMIENTO CIVIL.
Es el que el propietario aplica a su perro si quiere que éste posea una obediencia básica, en otras palabras, lo que denominamos "buenos modales" y, al mismo tiempo, aporte a su dueño una defensa personal que le ayude a solucionar ciertos problemas derivados de la delincuencia social.
En cuanto al primer aspecto la obediencia debe ser muy estricta si queremos que se cumplan unas normas de convivencia como que el perro no haga sus necesidades en la casa o que respete a las personas que temen o no le gustan los perros y que realice ejercicios básicos como acudir a la llamada, sentarse, tumbarse, caminar con o sin correa, quedarse quieto,etc.
Para la realización de estos ejercicios la mejor opción es seguir estas tres fases:
A) Internar al perro en una escuela de adiestramiento.
Esta primera fase es, si cabe, más costosa emocionalmente para el dueño que para el mismo perro, pues le cuesta separarse de la convivencia con su can. Hay gran diferencia de actitud ante el entrenamiento entre el perro que vive en casa y el que está en residencia. Al primero, acostumbrado a vivir sin obligaciones, le parece tediosa e incluso una "tortura" la sesión diaria de adiestramiento, pues aunque no se utilizan elementos de castigo sí existe el trabajo obligado como único método para que obedezca a las órdenes en situaciones difíciles. Por el contrario, el perro que está en perreras, pasa e una situación desagradable, como es estar encerrado a trabajar en una pista, con lo que la acción de aprender se convierte en algo positivo y la disponibilidad de este can para el aprendizaje mejora.
B) Adaptación del perro y el dueño. Trabajo en lugares nuevos.
Esta segunda fase es fundamental si queremos tener éxito en nuestra empresa. Si el dueño no interviene el fracaso es seguro. Para que exista entrenamiento debe haber una conexión entre el dueño y su perro, pues éste no es una máquina que se programe para obedecer. El can necesita tres cualidades básicas en su amo: AFECTO, AUTORIDAD Y COMPRENSIÓN. Por ello el adiestrador debe ser, además de un profesional, un buen psicólogo para saber enseñar al dueño a relacionarse, dominar y comprender a su perro.
C) Adaptación del animal al lugar en el que vive.
Esta tercera fase consiste en condicionar al perro a que obedezca en su lugar habitual. El animal tiende a identificar la pista o alrededores de la escuela como lugares de trabajo, mientras que su casa lo considera lugar de descanso. Por tanto esta última fase es crucial para obtener buenos resultados pues de nada nos sirve que el perro relacione su obligatoriedad a obedecer con lugares concretos en los que seguramente no volverá a estar. En esta fase, las sesiones de adiestramiento se harán en contextos reales. El perro tiene que obedecer a la orden de permanecer quieto, por ejemplo, en la puerta de un establecimiento y no debe ceder ante estímulos de distracción como la aparición de un gato o de otro perro.
La llamada debe ser efectiva y el can debe acudir siempre aún cuando estén presentes altos niveles de dificultad. Si no es así se hace uso del collar electrónico o de un método más rudimentario el "tirachinas".
El primero consiste en una descarga eléctrica que se produce cuando el perro no ejecuta una orden de llamada que previamente ha sido enseñada y se niega a obedecer. Este método tiene detractores y partidarios. Los primeros no aceptan el uso del collar pues produce dolor en el animal y no les falta razón, los segundos creen que aunque esto es cierto, es un mal menor. En perros perseguidores de otros es a veces mejor someterles a dos o tres descargas para toda una vida que ser atropellado por un camión o una pelea fatal. Por supuesto este método sólo puede ser utilizado por un profesional con experiencia, de lo contrario se puede convertir en un elemento neurotizador.
El método del tirachinas consiste, como su nombre indica, en "tirar una china" al perro si no obedece a la llamada. Este método es más rudimentario pero igual de efectivo que el collar. Hay quien lo rechaza pues se necesita tener muy buena puntería para no dañar alguna parte vulnerable del animal.
Lo que es cierto es que para adiestrar a un perro es necesario el uso del condicionamiento por recompensa, pero no como único método, como defienden los británicos en sus campañas comerciales. Éste sólo vale en situaciones fáciles. Pero qué ocurre ante una situación difícil en la que los estímulos externos son más atrayentes para nuestro can que la recompensa que le ofrecemos. ¿Cómo puede acudir a la llamada un perro que persigue en carrera a un gato o a una perra en celo?
El método de la recompensa debe utilizarse al principio del entrenamiento para enseñarle el ejercicio al perro. Se pueden utilizar refuerzos como caricias, comida, juguetes, etc. La actitud del perro sin el método de la recompensa tiende a convertirse en triste, sumisa e inhibida.
En cuanto a la parte correspondiente a la defensa, el perro de defensa civil debe ir motivado en un 70% por su instinto de defensa y en un 30% por el de presa. Un perro que invierte los porcentajes, es decir que su ataque es llevado por un instinto de presa más que por el de defensa, es un perro que sólo muerde al movimiento y no lleva carga agresiva suficiente para afrontar las adversidades de una determinada situación. Los perros deportivos están adiestrados para dirigir su agresión a la manga y al figurante, no es el instinto de defensa lo que les mueve. Por ello es conveniente no utilizar en el trabajo civil las tradicionales mangas de adiestramiento (propias del terreno deportivo) pues condicionan excesivamente al animal. Lo mismo ocurre con los trajes integrales